viernes, 4 de abril de 2014

BODAS, ARROZ Y ASADO DE PUERCO.

El conjunto musical en vivo empezaba a tocar, y la música retumbaba por todo el salón de eventos, que estaba adornado con figuras de papel cortado y con cientos, o quizás miles de popotes. Era el Casino de la SARH (Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos).



El tener una tía que trabajaba para esa dependencia del Gobierno de Tamaulipas hacía que ese fuera el lugar casi, casi obligado donde mis familiares celebraban ya fueran las bodas o los quince años de mis tías o primas.

En el área anexa al salón, numerosas manos daban los últimos preparativos a lo que vendría a ser el alimento del festejo. Era la boda de una de mis tías, y yo contaba en ese entonces con algunos 6 o 7 años.




Las ollas dejaban escapar el humo blanquecino que mostraban que la temperatura de los guisados estaba en su punto más alto. Empezaba la repartición de los aperitivos gourmet a degustar.

Y así, poco a poco los platos se fueron llenando de arroz, de frijoles bayos refritos y de asado de puerco en rojo. Uno a uno pasaban de mano en mano y eran depositados en las mesas del salón, junto con un kilo de tortillas de maíz, envuelto aun en su envoltorio de papel blanco por mesa. Las caras de felicidad de los invitados al comer tan esponjosito arroz, o tan suave y deliciosa carne de puerco sazonada en chile colorado, lo decían todo. Era un platillo sencillo, pero auténtico manjar en toda la expresión al mismo tiempo.





Las ollas quedaban vacías, pero felices de haber logrado su cometido al contener semejante festín.

Esa imágen se me quedo grabada en la mente, tanto así que soñé que el día que ya de adulto me casara, esa sería la comida que yo daría a mis invitados.




Pasaron los años, me case por el civil y creo que la comida que probamos los testigos de mi boda (únicos invitados a mi enlace civil) y yo, fue algún guisado de diario que hizo mi mamá en la casa, a donde nos trasladamos después de la ceremonia en el registro civil.




Fuí a muchas bodas, donde comí de los más selectos canapés, pechugas cordon blue, ternera a los quien sabe cuántos vinos, pasteles de quien sabe cuántas mil hojas. Pero sigo recordando aquellas bodas de mi pequeña ciudad, donde solo tres guisados sencillos enmarcaron muchos de los mejores recuerdos que tengo…

Saludos!