sábado, 7 de junio de 2014

MALOS AMIGOS.





Eran esas canchas, donde  yo me pasaba la mayor parte del tiempo en los recesos jugando “Tenis”, junto con varios compañeros. Se llenaban las canchas, se hacían retas,  ya fuera individuales, por pareja, en equipos de 4, en fin. Cada quien llevaba su pelota de tenis o de raquet y con la mano jugábamos, habiendo equipos o parejas bastante bien coordinadas que siempre ganaban.




Yo  en ese entonces sufría mucho bullyng y acoso escolar de mis compañeros, el tenis de las canchitas fue uno de mis modos de salir adelante, de evitar u olvidarme tanta agresión que sufría. Me acoplé pronto con un compañero con el que nadie quería jugar. Era un gordito de nombre Antonio. Cuando empezamos a jugar juntos no dábamos una. Perdíamos y perdíamos y perdíamos.

 Éramos los hazmerreir de todos los demás. Pero de pronto, fue tanto lo que jugábamos que empezamos a acoplarnos más y más. De pronto éramos los difíciles, hacíamos jugadas que se quedaban todos con la boca abierta y el ojo cuadrado. Nos ganamos el apodo de “Los invencibles” y fue uno de los mejores (muy pocos) recuerdos que guardo yo de la secundaria.




Que paso? Pasamos a segundo año. El empezó a bajar de peso, a hacerse popular, y en segundo fue de las personas que más me molestaban o se burlaba de mí para quedar bien con su nuevo grupo de amigos.

Dice por ahí una frase que: Ten cuidado de a quien le cuentas tus secretos, porque hay personas que solo están esperando la menor oportunidad para ir  a contarlos.

Y algo así paso. El sabía de mi vida, muchas veces fue a mi casa de ese entonces, y uso mucha de esa información para hacerme la vida imposible.
Todavía en tercer año, en la ceremonia de graduación, al momento de pasar a recoger mi diploma pase por su asiento, él estaba en otro grupo y me dijo:

- Ahorita que pases todos te vamos a aplaudir. :D

Ya me imaginaba yo lo que seguía,  solo meneé mi cabeza y seguí caminando.



Más tarde mis sospechas se confirmaron, al momento de decir el anunciador mi nombre para pasar a recoger mi certificado al estrado, un “Buuuu” generalizado y masivo se empezó a escuchar retumbando en todo el lugar. Volteé  hacia donde él estaba y podía ver su carcajada a todo lo que daba. Esa fue la última vez que vi a Antonio.


GUSTAVO.


Acababa yo de  llegar a Ciudad Juárez, venía de Reynosa, Tamps. Estaba en la Primaria Abraham González, presentándome enfrente de mis nuevos compañeros que ya tenían medio año de 6to juntos cuando yo apenas iba ingresando.

“Busca un asiento al fondo” - me dijo el profesor en turno-. Así lo hice y me saludo un chavo, medio güerillo y de sonrisa amistosa.

- Hola, me llamo Gustavo.

- Drago, mucho gusto.



Con el tiempo el me llamaba “Cerebro”, pues venía yo con muy buenas calificaciones de Tamaulipas y ahí mismo sacaba las mejores calificaciones e iba a concursos académicos.

El tiempo pasó, y entre a la secundaria estatal 2. Me tocó ver primero de lejos a  Gustavo, que también entro a esa secundaria pero estaba en otro salón. No obstante, le daba yo rait en ocasiones a su casa, llevándolo en los cuernos de mi bicicleta, vehículo que me había comprado mi padre para ir y regresar de mi escuela.

Pase a segundo año, uno de los peores en mi vida, precisamente por el bullyng y porque me enfrentaba en ese entonces a una pandillita de grandulones aprovechados.




Gracias a Dios pase a 3er año, y me sentí aliviado, y más aún, cuando vi a mi amigo Gustavo en ese mismo salón. Él había cambiado un poco, se había vuelto “carita” y las chavas lo seguían. Era popular y tenía un grupito de amigos. Yo me sentaba en la banca atrás de él, hasta que un día, jugando se me derramó el contenido de una pluma bic, manchándome las manos. En tono de broma le dije:

- A ver déjame limpiarme en  tu camisa. :D

Se quitó, me dio la mirada más enojada que creo que he visto alguna vez en la vida y me dijo:

- QUE TE PASA!!? PENDEJ….!!??






Me agüite un chorro… Él había cambiado, ya no era la persona que recordaba. Todo ese día evite volverle a dirigir la palabra, y al siguiente día me cambie de lugar. Ya no volví a cruzar palabra con él lo que restó del año,  y aunque entro tiempo después también a la preparatoria donde yo ingresé, nunca le volví a hablar y fuimos dos extraños más.

ARMANDO.

Yo acaba de reingresar a la universidad para cursar otra carrera. Ya no era el puberto recién ingresado, quizás por eso me identifique con un compañero casi de mi misma edad. Compartíamos además el mismo apellido y nuestras platicas eran muy afines, muy retiradas de las pláticas de los “pubertos mocosos calenturientos” como les decíamos a los demás chavitos que estaban en nuestro salón XD





Cierto día, en una de las clases se me olvido mi mini laptop debajo de una banca, regrese a buscarla y el profesor me dijo que se la había llevado una compañera de nombre Inés. La fui a buscar junto con Armando y la encontramos, me dijo que si que ella la traía, me la dió y a partir de ahí nació cierta amistad con Inés.

La veía en el salón y notaba que me estaba viendo, me sonreía. Así que un día le dije a Armando:

- Drago: Ingue su, le voy a “caer” a Inés.

- Armando: Si adelante, se ve que te echa miraditas, cáele, te lo mereces campeón.

Total, con las  porras de Armando me convencí que si le tenía que empezar a hablar más, ya estaba yo recién divorciado y tenía derecho a rehacer mi vida. Era Inés de estatura pequeña, tez morena, lentes, cabello lacio y pues era muy chida, le hablaba bien a todo mundo.





Me empecé a sentar cerca de ella, le sacaba la plática, la hacía reír, junto con mi amigo Armando.

Cierto día no pude ir a la escuela, sino hasta el siguiente. Fue cuando me dijo Armando que porque no había ido, que habían todos jugado un juego no sé qué, que a él le toco con Inés y no sé  qué más.

Dos días después llegó la noticia, Armando me dijo:

- Armando: Sabes, estoy enamorado, le voy a caer a Inés.

Yo pensando: Queeeeeeeeeeeee???? O_o es en serio?

- Drago: De verdad?

- Armando: Si. Me he dado cuenta que me gusta y le voy a caer a ver qué me dice.

- Drago: No pues… adelante, adelante, échale ganas amigo! :D

Y si, así  pasó. El empezó a acercarse más a ella, y yo,  alejarme. Con el tiempo anduvieron, y tanto así que se casaron a mediados del semestre escolar. Tuvieron la gran idea de invitarme a su boda como invitado de honor por que “Gracias a mí se habían conocido”. Yo no pude ir por motivos diversos, pero les deseé  sinceramente que fueran felices.



Yo me enfoqué  mejor en la escuela, me estaba yendo bien, incluso en materias muy difíciles.
Casi para final del semestre, presenté un exámen en una materia que la verdad no me había ido tan bien a mi parecer, así que ese día que darían calificaciones no fui. Sin embargo, en la tarde de ese día me suena el celular:

- Armando: Oye Drago, cuál es tu matrícula?

-Drago: No ps tal…

- Armando: Ah… (se quedan pensando) es que…. Sacaste 10. (eso me lo dijo en tonito mas como de disgusto que como con gusto)

- Drago: Que?????????????? No puede ser, si ni conteste un problema! O_o

- Armando: Pues sí, sacaste 10, y fuiste el único, el que sigue de ti sacó 8.

Fui a la escuela y efectivamente, ahí estaba la lista pegada en un pizarrón y yo era el único con 10.

Los días siguiente Armando estaba raro, no me hablaba igual. Yo le daba ánimos de que le echara ganas, me decía que si había estudiado, pero había sacado un 7. Le dije que ps en lo que le pudiera ayudar, tenía apuntes, trabajos o le explicaba algo,  etc.

Me decía que sí, que ok.

Y empezó a poner estados en Facebook como:

“Y si el profesor se equivocó de exámenes por el apellido??”

Entonces note lo que pasaba, él pensaba que mi exámen de 10 era suyo y que el mío de 7 se lo habían dado a él.

Cierto día llego y me dijo:

- Armando: Discúlpame viejo,  hice algo que creo que no debía.

- Drago: Que? Que paso?

-Armando: Pues fui con el profe a pedirle revisión, y si había un error.

- Drago: De tu exámen?

- Armando: No, del tuyo, de hecho fuimos varios. Y si, el sistema te calificó mal, no tienes 10, tienes 8.

- Drago: Que?.... Fuiste a pedir revisión no de tu exámen, sino del mío?? O_o

-Armando: Es que a todos se nos hizo rara la diferencia que había entre tu exámen y los de los demás, y pues sí.

- Drago: Sabes?...  No te preocupes. Está bien, si fue un error del profe pues que se le va hacer. Con permiso.

Y me fui. No  lo podía creer! Buscó no subir  su calificación, sino bajar la mía...




Al día siguiente, el profesor me informó delante de todos del error que había cometido y que me iba a poner mi nueva calificación. Me lo dijo en tono burlón, como que si ya me había creído mucho con el 10. Siendo que yo nunca mencioné nada de eso, ni hice alarde con mis compañeros.

Las cosas nunca fueron iguales entre Armando y yo. Y menos al final del semestre cuando entro el profesor al salón y me llamo delante de todos, me dijo que yo estaba exento del exámen y me podía ir.

Le seguí hablando a Armando, pero ya no como antes y tome distancia.

Y pues bueno, esas son las historias de los amigos que alguna vez tuve y que hubiera hecho cualquier cosa por ellos, pero el destino quiso que no fuera así y las cosas pasan por algo.




Existe uno o dos a la inversa, que eran malos conmigo y terminaron siendo de mis mejores amigos, algunos incluso en la actualidad, pero esas, esas como siempre, son otras historias que ya les contaré…

Saludos!