Al mirar las lamparas de luces tenues que desafiaban la noche, puedo observar gotas de lluvia mezcladas con pequeños cristales de hielo que caían como ráfaga sobre el asfalto del puente internacional. El cielo entre oscuro y rojizo presagiaba una tormenta de nieve que nunca llegaría, sino hasta algunas horas despues.
Mis pantalones de mezclilla rotos contrastan con la imagen que tenía hace algunas semanas todavía. La informalidad se apoderó de mi y llego sin darme yo cuenta de ello. La bufanda que nunca pense traer, es prueba de ello, sus extremidades se ondean al vaiven del viento.
Mi silueta, recargada en un soporte de concreto que levanta a la enorme estructura metálica que sirve de puerta de entrada a una tierra llena de oportunidades, de temores, de contrastes; sostiene es su mano a un compañero fiel que ha estado conmigo a traves de los años, y en ésta últimos meses no se ha separado ningun dia de mí.
Su tacto es tibio, su aroma es penetrante, al contacto con mis labios absorbo ese sabor inconfundible que solo Él tiene.
Desde pequeño lo he conocido, siempre ha estado ligado a mi vida, en los momentos buenos, en los malos y en los peores. Siempre paciente. Sabe que tarde o temprano tendre que tomarlo entre mis manos y que se fundirá en mi como solo Él lo sabe hacer, dándome su aroma, su sabor y su calor.
Bebo otro sorbo de mi vaso desechable de café, y ese exquisito sabor de granos selectos cultivados en altas latitudes donde el clima y la presión convergen en la creación de tan exquisito y aromatico fruto, inunda mi ser y me saca de mi letargo.
Ya es muy tarde, las gotas de agua nieve siguen cayendo copiosamente sobre el gigante sobre el que estoy parado. Mi humanidad es alcanzada por la pertinaz lluvia, pero nada me importa, mientras mi amigo descanse en mi mano y juntos le hagamos la guerra a las inclemencias del tiempo y al letargo que me ocasiona no dormir por las noches.
Y ahí estamos los dos, solos como muchas veces, desafiando la penumbra de la noche y lo imposible del clima, sintiendonos más vivos que nunca, dándole sorbos yo a Él, y Él junto conmigo, dándole sorbos a un pasado que ya no volverá, y a un futuro incierto que aparece segundo a segundo...
Hasta tiempo de crearle una historia me dió:
San Pedro, el ayudante de Dios llega con Él preocupado.
- San Pedro: Señor, tenemos problemas.
- Dios: Dime, que pasa?
- San Pedro: Desde que la serpiente les dió de comer del árbol del conocimiento a los hombres, sus problemas empezaron. Tienen conocimeinto, es cierto, pero con este conocimiento vienen derechos y obligaciones, tienen problemas, tienen temores, incertidumbres, nerviosismo, en fin, que ha empezado un caos.
Dios en su inmensa sabiduría meditó y por fin le dijo a San Pedro:
- Dios: Pues sí, se nos paso la mano con lo de la serpiente y la manzana, no era para tanto.
- San Pedro: Y que haremos señor?
- Dios: Ve por la serpiente de nuevo. Dile que ahora les enseñe a los hombres ese otro fruto prohibido que ayuda a relajar, que da lucidez, que echa a volar la mente, con el que un puñado de hombres se reuniran a componer el mundo, con el que el más débil al probarlo sera el más fuerte, y cuyas mentes acabadas volveran a tener lucidez.
- San Pedro: Pero que buena idea señor, enseguida!
Salía el ayudante a cumplir el especial encargo cuando...
- Dios: Espera, como es que llamamos ese a fruto milagroso??
- San Pedro: Café, señor, le pusimos por nombre café...
Saludos.