miércoles, 21 de julio de 2010

DOS HISTORIAS DE NAPOLEÓN.

COMPAÑIA A MEDIA NOCHE.

Napoleón vivía en una ranchería en el norte del estado de Veracruz. Entre milpas y parcelas, entre diferentes tipos de arboles, de hierbas, de montes. Cultivaba la tierra para subsistir y poder dar algo de sustento económico a su familia.



Era pues, justo y necesario que un día de la semana se juntara a las 10 de la noche a departir con sus amigos. Juegos de carta, de cubilete, cualquier pretexto era bueno para consumir algunas cervezas con sus amigos en alguna casita de alguno de ellos.

Cierta vez, terminando de jugar baraja en casa de uno de sus amigos, se despidió de ellos. Serían alrededor de las 12 de la noche y emprendió el camino de retirada, entre el monte, por un camino rural por el que tenía que transitar varios kilometros, entre la hierba que se enredaba en sus pies, para poder llegar a su humilde hogar.


En esos campos veracruzanos, solo la luz de la luna iluminaba esa noche, cuando de pronto, una silueta adelante del camino por el que el transitaba le llamo la atención.

Viéndolo bien, noto que era un perro negro, uno un poco más grande de lo normal.




Conforme se fue acercando Napoleón, el perro emprendió su marcha, alejándose algunos metros más adelante para luego detenerse. Entonces de nueva cuenta al irse acercando Napoleón al perro, éste volvía a ponerse en movimiento, adelantándose algunos metros más y esperando que llegara nuevamente Napoleón para volver a levantarse y caminar.

Así estuvieron por mucho rato, cuando de pronto Napoleón, llego a una carretera, y exactamente al tramo donde días antes se había presentado un accidente con víctimas mortales.



El perro ya no apareció en ese punto, y el resto del camino hasta su casa lo hizo Napoleón en solitario.

- Era el diablo - Le comentaron después – Así se aparece por estos lugares tomando la forma de alguna animal. A veces es perro, otras coyote, o un caballo negro.



Napoleón no dejo sus idas a los juegos, y sin embargo nunca volvió a ver al perro negro que aquella noche le hizo compañía.



EN LA QUIETUD DE LA NOCHE.

El trabajo era escaso, la milpa no estaba dejando lo suficiente y la manutención de 3 hijos requería de un segundo empleo para Napoleón.

Haciéndole caso a un compadre suyo, se contrato de velador en una construcción que se estaba realizando en el pueblo. Dicha construcción no era otra cosa que la remodelación de una antigua cantina que había permanecido cerrada por algún tiempo.



Se despidió Napoleón de su esposa y emprendió el camino hasta s nuevo trabajo.

Despidiéndose del último trabajador, Napoleón reviso el lugar de cabo a rabo, cerró las puertas del lugar y coloco un candado para asegurarse que nadie más entrara a ese lugar, sino hasta el día siguiente que volverían los albañiles.

Tendió un petate (especie de cobija hecha de fibras de palma entrelazada) en el piso del salón y se acostó, mientras se fumaba un cigarrillo y sus pensamientos salían a flote, a la luz de un quinqué o lámpara de petróleo.
Después de algunas horas y de dar un ultimo recorrido por la construcción, apago la lámpara y cubriéndose con una sabana, se dispuso a dormir.

Habrían pasado algunos minutos cuando escucho claramente que algunas vigas de madera, de la que tenían apilada los albañiles, se deslizaba.



Encendió la luz de la lámpara de petróleo, esperando ver a algunos ladrones que pretendieran robarse la madera.

Pero no, la pila de madera estaba intacta como el la había visto antes. Dio un recorrido por la antigua cantina y nada, no encontró nada.

Volvió a acostarse y a apagar la luz, cuando de pronto otra vez escucho el sonido de las maderas siendo arrastradas.


Volvió a encender la luz y de nueva cuenta no observo nada fuera de lo normal.

Apago la luz nuevamente para volver a escuchar el sonido que anteriormente lo había hecho levantarse, pero esta vez ya no se inmuto, se cubrió totalmente con la cobija y así paso la noche, entre ruidos extraños que hacían creer que la madera apilada en tablas, era deslizada de un lado a otro.

Al día siguiente, corroboro que la madera seguía intacta en su lugar.

Llegaron los primeros albañiles y fue a abrirles. Llego también el contratista que le había ofrecido el puesto de velador.

- Napoleón: Sabes? Anoche se estuvieron oyendo ruidos, como que alguien movía la madera que esta almacenada dentro, pero prendía la luz y no había nada, todo normal.

El contratista no parecía sorprendido, y hasta esbozo una leve sonrisa.

- Contratista: Si, no es la primera vez que pasa. También el velador que estaba antes que tu me dijo esto. Lo que pasa y que no te dije para que no te asustaras, es que en ese lugar, antes, cuando era cantina, llego la esposa de un individuo que tenía amoríos con una mesera del lugar, matándola a ella a balazos ahí mismo.



Napoleón se sorprendió, pero necesitaba el trabajo y volvió los siguientes días, siguiendo escuchando algunas veces la madera moviéndose, o el sonido de vasos de vidrio, o incluso una música leve de fondo.


Esas dos historias, y muchas más, me contó Napoleón Armani, mi abuelo paterno, en las noches en que me iba a dormir a casa de él y de mi abuelita, donde yo compartía el cuarto con él y la súplica al momento de estar listos para dormir era la misma:

- Diesel: Cuéntame una historia abuelito!



Saludos!!

7 comentarios:

Oly dijo...

que padres historias contaban los abuelos, y que padre recordarlas, aunque me dio meeeeeeellloo

saludos

Caballero de la Blanca Luna... Y Diesel. dijo...

Jejeje asi es Circe, me conto muchisimas, y como siempre en los abuelitos, algunas las repetía, pero yo igual las escuchaba atento como si fuera la primera vez, saludos!

M a r u dijo...

Hola caballero, esta padrisimo cuando los abuelos le cuentan historias a uno. Yo todavia tengo el privilegio de que mi abuelo me cuenta muchas cosas. El tiene 86 años. Pero su mente esta lucida, y siempre q voy a visitarlo, le pregunto muchas cosas.
tu abuelo tenia un nombre muy original he
saluditos,si habia leido el post desde el principio hee no creas k lo lei hasta ahorita
saludines en juevebes

Di. dijo...

Me encantan esas historias que sólo los padres o abuelos pueden relatar. Todo bien por acá, sé que he andado bien desaparecida, pero la verdad poco tiempo he tenido para podenerme a escribir. Espero hacerlo pronto. Un beso!

Caballero de la Blanca Luna... Y Diesel. dijo...

Maru: Asi es. Yo comparti mucho con mi abuelo y el me llamaba Hijo, porque eso fui para el, otro hijo. La vida se lo llevo pronto, tenia yo 12 años, pero sus historias y su recuerdo estaran siempre conmigo. Y gracias por comentar, se que te da miedo este tipo de post, por eso vale doble, saludos!

Di: Que bueno que te comunicas amiga, si estabas muy desconectada del mundo blogger, pero me da un gusto enorme saber que estas bien, no te pierdas tanto, saludos hasta la ciudad de México, ;)

Martiuks dijo...

Diesel:

Pues una vez más las historias misteriosas se hacen presentes y este post me gustó mucho no sólo por el contenido de las historias; sino porque lo sentí diferente.

Los que te leemos estamos ya acostumbrados a tu estilo en el que siempre mezclas algo de humor, pero en este post manejaste una narrativa muy padre que engancha desde el inicio y con lo cual me doy cuenta que serias un buen escritor de historias serias.

Mi abuela materna (que fue la única que yo conocí) también platicaba muchas anécdotas de ese tipo, muchas cosas que me imagino al igual que tu abuelo, vio y escuchó. Me recordaste mucho eso.

PD: Oye, por cierto ¿qué pasó con la historia que estabas escribiendo?

Buen inicio de semana.

Caballero de la Blanca Luna... Y Diesel. dijo...

Asi es Marthita, le cambie un poco el estilo, de hecho van varios post que he escrito asi serios. Pero tienes razon, los abuelitos son fuentes inagotables de historias y mi abuelito se sabia muchas bien interesantes, saludos!!