PROLOGO.
Ciudad Reynosa, Tamaulipas. Es una ciudad fronteriza en la cual yo viví algunos meses de mi vida, hace ya algunos años. Es, guardando las proporciones, un Juárez chiquito. No es el tipo de ciudad que me gustaría para vivir, y por respeto a familiares que nacieron y aun viven ahí, no enumerare las diferentes razones para eso, y como punto positivo diré que ahí venden las mejores fajitas que he probado en toda mi vida.
Recibimos la noticia de que mi abuelita materna se había enfermado a tal grado que había tenido que ser internada en el hospital. Mi tío Ramiro, con quien viva temporalmente ella en Reynosa nos hablo con el peor de los pronósticos, diciendo que los médicos nos decían que esperáramos lo peor. Cabe mencionar que mi abuelita sufría desde hacia muchos años la terrible combinación de diabetes e hipertensión, así que esta recaída era una de las mas fuertes, sino es que la mas fuerte, que le había ocurrido desde que teníamos memoria.
Capitulo 1. El Viaje.
Mi padre, mi madre y yo salimos con rumbo a Ciudad Reynosa, Tamaulipas, a las 4 de la mañana del siguiente día. Yo faltaría 1 o 2 días a la escuela, mi padre había pedido permiso en el trabajo, y dejaríamos en la casa a mis demás hermanos, a Bere y a mi niña.
Como siempre en estos viajes, optamos por viajar por el lado “americano”, ya que del lado de Estados Unidos las carreteras son de mejor calidad, la gasolina era mas barata y mejor, el tramo es un poco mas recto que irnos por México, y algo muy bueno es que allá no hay casetas cada 100 kilómetros, de hecho no hay ninguna caseta.
Sacamos los permisos en las oficinas de migración, que a esas horas de la madrugada estaban desiertas. Llegamos a una gasolinería, compramos café y pan, y partimos rumbo a la ciudad de Van Horn, Texas, un pequeño pueblo texano donde se divide la carretera y siempre es el punto del almuerzo obligado.
Después de algunas tres o cuatro horas estábamos ya sentados en el McDonalds de Van Horn, desayunando los desayunos consistentes en huevo revuelto, papa hashbrown, muffin con mantequilla, tortita de carne molida, y jugo de naranja o café.
Una vez terminado el desayuno y ya en el auto, nos tocaba decidir lo mismo de siempre, el camino a seguir. Van Horn es el punto de división para ir hasta McAllen, Tx (ciudad fronteriza con Reynosa, Tamaulipas), pues la carretera se divide en dos caminos que podíamos seguir, uno, “por arriba”, yendo hacia la ciudad de San Antonio, Tx, y de ahí bajar a McAllen, para posteriormente cruzar a Reynosa. O “por abajo”, yendo primero hacia la ciudad de Rio Grande, Tx, luego a Laredo, Tx, y finalmente a McAllen.
El camino es más corto por alrededor de 1 hora si nos vamos por abajo, esto es, hacia Laredo. Pero los pueblitos que están en el camino están más espaciados, mas pequeños, y solitarios, esto por si es que acaso nos tocaba algún accidente con nuestro carro o alguna descompostura.
Además, siempre nos había gustado pasar por la hermosa ciudad de San Antonio, y el camino era mas bonito, con mejores carreteras y mas vegetación. Así que tomada la decisión, enfilamos rumbo a la ciudad de San Antonio.
Recibimos la noticia de que mi abuelita materna se había enfermado a tal grado que había tenido que ser internada en el hospital. Mi tío Ramiro, con quien viva temporalmente ella en Reynosa nos hablo con el peor de los pronósticos, diciendo que los médicos nos decían que esperáramos lo peor. Cabe mencionar que mi abuelita sufría desde hacia muchos años la terrible combinación de diabetes e hipertensión, así que esta recaída era una de las mas fuertes, sino es que la mas fuerte, que le había ocurrido desde que teníamos memoria.
Capitulo 1. El Viaje.
Como siempre en estos viajes, optamos por viajar por el lado “americano”, ya que del lado de Estados Unidos las carreteras son de mejor calidad, la gasolina era mas barata y mejor, el tramo es un poco mas recto que irnos por México, y algo muy bueno es que allá no hay casetas cada 100 kilómetros, de hecho no hay ninguna caseta.
Después de algunas tres o cuatro horas estábamos ya sentados en el McDonalds de Van Horn, desayunando los desayunos consistentes en huevo revuelto, papa hashbrown, muffin con mantequilla, tortita de carne molida, y jugo de naranja o café.
Además, siempre nos había gustado pasar por la hermosa ciudad de San Antonio, y el camino era mas bonito, con mejores carreteras y mas vegetación. Así que tomada la decisión, enfilamos rumbo a la ciudad de San Antonio.
Capitulo 2. La llegada.
Lo que siempre me ha gustado de viajar por USA, son las carreteras. No sé de que asfalto o material estarán hechas las carreteras, que ni se siente casi el movimiento. Podemos ir a 150 km por hora y no se siente nada. Otra cosa que me gustan, son los paraderos que hay cada determinado numero de millas. Son lugares a orilla de la carretera con pequeñas construcciones donde hay baños muy limpios, mapas grandes para ver donde se esta ubicado, áreas de picnic con mesas y bancas de cemento, y, en algunos lugares, maquinas de sodas y papitas.
- “toridolars inda bom nomber 2”
Si, ya sé que no se escribe así, pero así les decía, lo que quería decir era que le íbamos a poner 30 dólares en la bomba numero 2.
Siempre he batallado con el inglés, el cual lo entiendo, lo leo perfecto, lo escribo más o menos, pero de hablarlo si me da mucha pena, y si luego no me entienden alguna palabra o me hacen cara de ¿?, pues ya de plano digo: “no spik inglish”.
En el camino para San Antonio, unas millas antes (varias), hay una zona de hélices eólicas, esto es un campo donde hay muchísimos abanicos, tipo molinos de viento eléctricos, que precisamente aprovechan la fuerza del viento para generar energía eléctrica, es un espectáculo muy bonito ir por la carretera y ver esos cientos de ventiladores gigantes por un área bastante extensa.
Por fin llegamos a San Antonio, una de las ciudades más bonitas que he visto. Con su torre de las Américas, una especia de torre varios metros de alto, con un mirador en la cima y con un elevador transparente y panorámico, a la cual ya me he subido algunas 3 veces en mi vida. Esta su paseo en Rio, que es un recorrido que atraviesa la ciudad, precisamente un rio, donde puede uno pasear en pequeñas embarcaciones que recorren el trayecto, y en cuyo recorrido hay pequeños cafés, museos y tiendas en las orillas. Y por si fuera poco, la ciudad esta llena de arboles y de vida. Los restaurants también son muy bonitos y variados. Pero esta vez no comimos ahí, sino más adelante en una pequeña ciudad entre San Antonio y McAllen llamada Three Rivers, Tx.
Mi papa y yo nos quedamos viendo con cara de “ya valió queso”, nos lo van a cobrar o a demandar, ya ven que allá por cualquier cosita demandan.
Lo reacomodamos lo mejor que pudimos y nos quedamos viendo.
- Papa: Estas pensando lo mismo que yo?
- Diesel: Salir corriendo, dejar nuestras siluetas marcadas en la pared, subir al carro y arrancar no deteniéndonos hasta llegar a México?
- Papá: Si.
Vaya, hasta que le atino a uno :S
Ps ya, nos fuimos bien escurriditos y seguimos nuestro camino hacia Reynosa.
Llegamos a casa de mi tío Ramiro, el cual es uno de los dos hermanos de mi papá que vive en Reynosa, junto con mi tía Andrea, mi prima Karen, mi primo Ramiro y mi prima Sharon. Les pedimos que nos acompañaran hacia el hospital donde estaba internada mi abuelita, rehusamos de primera instancia cenar primero, queríamos ya llegar a ver a mi güeli.
Llegamos todos al hospital y nos dijeron que ya las visitas estaban prohibidas a esa hora, pues el horario de visitas para el área donde estaba mi abuelita, que era terapia intensiva, ya había terminado.
Mi papá hablo con el encargado, le dijo que acabábamos de llegar de un largo viaje de Ciudad Juárez y pensándolo un momento, accedió a permitirnos el paso, de uno por uno, y por poco tiempo.
Primero pasó mi papá, el cual al rato de unos 15 minutos salió.
- Papá: Te vas por este pasillo, luego doblas a la izquierda, te vas a la derecha, arriba, abajo, para acá, para allá, para quien sabe donde…
Me perdí en la explicación.
- Diesel: La habitación de la señora Valencia?
- Enfermera: Es por esa puerta, no la agite mucho por favor.
Camine con el corazón golpeando mi pecho y entre al cuarto.
Pude ver un cuerpo acostado en una cama, lleno de tubos, con el bip bip de un aparato de monitoreo, lentamente me fui acercando, cuando ella abrió los ojos…
Capitulo 3. CLARA.
Clara nació en un pueblito humilde del estado de Veracruz, llamado Topila. Al igual que su pueblito, la familia de Clara, además de numerosa, era humilde.
Con un padre machista, y unos hermanos tendenciosos y la verdad algo destrampados, era la que ayudaba en las labores del hogar.
Alguna vez estuvo a punto de morir ahogada en las aguas de un rio al no saber nadar, junto con su hermana Lucha. Quiso el destino que se salvaran de morir en aquella ocasión gracias a una persona que milagrosamente pasaba por el lugar y las rescato. Los golpes por parte de su padre por castigo no se hicieron esperar.
Más grande, conoció a un muchacho bastante guapo, del cual no pudo evitar enamorarse, aun contra los deseos y consejos de la familia de El, que la veían muy poca cosa para ser siquiera su novia.
Pero a Él no le importó, y así, tiempo después se casaba con Clara, teniendo mas adelante a 3 pequeños, fruto de ese amor que se tenían. Las cosas no iban bien para la joven familia, así que El emigraría de mojado hacia Estados Unidos, con la idea de juntar algún dinero para mandarle a ella y a sus hijos.
Mientras tanto, Clara se quedo a vivir en casa de los familiares de El, quienes aun no le perdonaban el haberse casado con el miembro de su familia. Así que la vida de Clara, alejada de su esposo, no fue tan buena. Se había convertido en la sirvienta de los parientes y sobre ella recaía la obligación de barrer, trapear, sacudir, limpiar, hacer de comer, lavar, planchar, etc.
Su esposo mientras tanto, había llegado a Chicago, y poco a poco fue juntando dinerito, el cual mando a su casa para que su hermano le construyera una casita, cerca de sus familiares, donde Clara y sus hijos se pudieran ir.
Y eso ocurrió tiempo después.
La casa era pequeña, pero cuidada con tanto amor. Era la mas bonita de la cuadra, con sus arboles frutales, césped verde que parecía ser una alfombra, y las plantas y aves de Clara, que en conjunto formaban una especie de paraíso. Clara y sus hijos por fin tenían su propia casita.
Con el tiempo su esposo regreso, y sus hijos crecieron.
Un día llego el hijo de en medio, a decirle que tenía una novia, la cual estaba embarazada y se iba a hacer cargo de ese hijo que estaba por nacer.
Clara y su esposo se enojaron con su hijo, pues pensaban que estaba echando su futuro y su carrera a la basura, pero fue cuestión de que el pequeño naciera, para convertirse en motivo de gran alegría y dicha para ambos, tanto así, que los apoyaron en todo y la novia de su hijo, y su ahora primer nieto, se fueron a vivir con ellos.
El tiempo paso, y entre Clara y su nieto se formo un lazo especial que el tiempo no podía romper. El la veía como una segunda madre, y ella, mas que a un nieto veía a otro hijo.
Cierto día, en un fatal accidente, el esposo de Clara murió en un accidente mientras trabajaba de chofer en un recorrido entre Ciudad Victoria y el Estado de Veracruz.
Clara quedo devastada, su compañero de toda la vida, su “ojos de pulga” como le decía de cariño, ahora la dejaba sola.
Varias fueron las personas que aprovechando eso iban a visitarla y a pedirle plantas, pájaros, etc. Clara no quería saber nada.
- Llévenselos, decía.
Las enfermedades que ella tenia fueron agravando su estado con el paso de los años. Su hijo de en medio y sus nietos se habían ido al norte, a otro estado. Su primer nieto solo venia una o dos veces al año.
Cierto día mientras Clara arreglaba unas cortinas, cayo de una silla, complicando su estado al romperse la cadera y someterse a una operación dolorosísima, que nunca la volvió a dejar igual.
Al paso de más años, su diabetes e hipertensión habían mermado ya su cansado cuerpo.
Tanto así que temporalmente se había ido a vivir a la Ciudad de Reynosa con su hijo menor y su familia.
Y tras una reciente recaída en su salud, había sido internada en el hospital general de la ciudad de Reynosa.
Estando ahí acostada, de pronto abrió los ojos y pudo ver una silueta, era su primer nieto que recién acababa de llegar de ciudad Juárez, y estaba ahí delante de ella.
- Clara: Mijo….(dijo con voz apenas audible)…pensé…. Pensé que no te iba a volver… a ver….
- Drago: Shhhh abuelita (escurriendo de lagrimas)… no diga nada… aquí estoy….
- Clara: si…
Y el silencio de la noche se hizo presente en esa habitación, mientras Clara cerraba sus ojos y su nieto se quedaba contemplándola sosteniéndole la mano…
Clara nació en un pueblito humilde del estado de Veracruz, llamado Topila. Al igual que su pueblito, la familia de Clara, además de numerosa, era humilde.
Con un padre machista, y unos hermanos tendenciosos y la verdad algo destrampados, era la que ayudaba en las labores del hogar.
Alguna vez estuvo a punto de morir ahogada en las aguas de un rio al no saber nadar, junto con su hermana Lucha. Quiso el destino que se salvaran de morir en aquella ocasión gracias a una persona que milagrosamente pasaba por el lugar y las rescato. Los golpes por parte de su padre por castigo no se hicieron esperar.
Más grande, conoció a un muchacho bastante guapo, del cual no pudo evitar enamorarse, aun contra los deseos y consejos de la familia de El, que la veían muy poca cosa para ser siquiera su novia.
Pero a Él no le importó, y así, tiempo después se casaba con Clara, teniendo mas adelante a 3 pequeños, fruto de ese amor que se tenían. Las cosas no iban bien para la joven familia, así que El emigraría de mojado hacia Estados Unidos, con la idea de juntar algún dinero para mandarle a ella y a sus hijos.
Su esposo mientras tanto, había llegado a Chicago, y poco a poco fue juntando dinerito, el cual mando a su casa para que su hermano le construyera una casita, cerca de sus familiares, donde Clara y sus hijos se pudieran ir.
Y eso ocurrió tiempo después.
La casa era pequeña, pero cuidada con tanto amor. Era la mas bonita de la cuadra, con sus arboles frutales, césped verde que parecía ser una alfombra, y las plantas y aves de Clara, que en conjunto formaban una especie de paraíso. Clara y sus hijos por fin tenían su propia casita.
Con el tiempo su esposo regreso, y sus hijos crecieron.
Un día llego el hijo de en medio, a decirle que tenía una novia, la cual estaba embarazada y se iba a hacer cargo de ese hijo que estaba por nacer.
Clara y su esposo se enojaron con su hijo, pues pensaban que estaba echando su futuro y su carrera a la basura, pero fue cuestión de que el pequeño naciera, para convertirse en motivo de gran alegría y dicha para ambos, tanto así, que los apoyaron en todo y la novia de su hijo, y su ahora primer nieto, se fueron a vivir con ellos.
El tiempo paso, y entre Clara y su nieto se formo un lazo especial que el tiempo no podía romper. El la veía como una segunda madre, y ella, mas que a un nieto veía a otro hijo.
Cierto día, en un fatal accidente, el esposo de Clara murió en un accidente mientras trabajaba de chofer en un recorrido entre Ciudad Victoria y el Estado de Veracruz.
Clara quedo devastada, su compañero de toda la vida, su “ojos de pulga” como le decía de cariño, ahora la dejaba sola.
Varias fueron las personas que aprovechando eso iban a visitarla y a pedirle plantas, pájaros, etc. Clara no quería saber nada.
- Llévenselos, decía.
Las enfermedades que ella tenia fueron agravando su estado con el paso de los años. Su hijo de en medio y sus nietos se habían ido al norte, a otro estado. Su primer nieto solo venia una o dos veces al año.
Cierto día mientras Clara arreglaba unas cortinas, cayo de una silla, complicando su estado al romperse la cadera y someterse a una operación dolorosísima, que nunca la volvió a dejar igual.
Al paso de más años, su diabetes e hipertensión habían mermado ya su cansado cuerpo.
Tanto así que temporalmente se había ido a vivir a la Ciudad de Reynosa con su hijo menor y su familia.
Y tras una reciente recaída en su salud, había sido internada en el hospital general de la ciudad de Reynosa.
Estando ahí acostada, de pronto abrió los ojos y pudo ver una silueta, era su primer nieto que recién acababa de llegar de ciudad Juárez, y estaba ahí delante de ella.
- Clara: Mijo….(dijo con voz apenas audible)…pensé…. Pensé que no te iba a volver… a ver….
- Drago: Shhhh abuelita (escurriendo de lagrimas)… no diga nada… aquí estoy….
- Clara: si…
Y el silencio de la noche se hizo presente en esa habitación, mientras Clara cerraba sus ojos y su nieto se quedaba contemplándola sosteniéndole la mano…
Capitulo 4. EL ALMUERZO.
Salí de la habitación, dejando a mi abuelita dormida. Regrese por el inmenso laberinto hospitalario y partimos hacia la casa de mi tío Ramiro. Esa noche se quedaría mi primo Napo a afuera del hospital por si es que se requería algo.
Llegamos a casa de mi tío y no sabíamos si es que nos íbamos a quedar a dormir ahí o nos iríamos a un hotel, pues mis tíos seguían platicando con mis papás, pero no nos decían si podíamos quedarnos ahí, que era seguro que si, pero de todos modos teníamos que esperar que nos dijeran.
Yo andaba exhausto. Me alegre cuando mis tíos nos dijeron que nos quedaríamos todos en la recamara principal, y que si lo prefería podía bajar el colchón de otra cama para acomodarme ahí con mis papás y no sé que mas. Yo la verdad me moría de sueño, solo les pedí una cobija y una almohada y me acosté en el piso, ante el asombro de mis tíos y ciertos reclamos, de que no me acostara ahí, que había lugar en otro cuarto y no sé que mas.
Yo amablemente les dije que estaba antes acostumbrado a dormir en el piso y que no había problema (Yo lo que ya quería era no perder ni un segundo mas y acostarme a dormir, había estado pesado el viaje) hasta que por fin aceptaron, no de muy buena gana. Mis padres siguieron un rato mas hablando con mis tíos en la sala, en el piso de abajo, yo en el piso de arriba, caí rendido y ya no supe de mí sino hasta el día siguiente.
La luz del día y el rico olor a comida cocinándose en el piso de abajo, hicieron que abriera mis aletargados ojos. Después de darme una arreglada al revoltijo de cabellos y de asearme en general, baje, dando los buenos días a todos.
El olor de la comida se hizo más fuerte y pude observar como mi mamá y mi tía Andrea preparaban tortillas de harina, compradas precocidas, pero aun así, emanando un delicioso aroma. En un comal se doraban fajitas de res, de esas tan ricas que venden por toda la ciudad de Reynosa, que si algo le he de reconocer es precisamente eso, que tienen las mejores fajitas de México. Pequeñas nubes blanquecinas salían de una olla de frijoles que calentaba su contenido en la flama de la estufa, y adornando perfectamente la mesa, se encontraba un queso blanco de Veracruz, de esos que traían de Victoria mis tíos.
El almuerzo fue muy ameno, mis tíos y mis padres platicando de Reynosa, de Ciudad Juárez, de mi abuelita por supuesto, en fin, de los temas mas variados. Mi prima Karen también ya tomaba parte de las pláticas de adultos, aunque de vez en cuando era regañada por mi tío por algún comentario u observación.
Fue sin duda uno de los mejores desayunos que aun recuerdo, esos frijolitos de la olla, esos trozos de fajita asada, el quesito espolvoreado y las tortillitas de harina recién hechas, todo complementado con una deliciosa taza de café con leche.
Aun sigo creyendo que mas que todos y cada uno de los platillos, fue estar ahí con mis familiares, a quienes no había visto ya hacía mucho tiempo, y de los cuales guardo siempre muy gratos recuerdos, pues siempre me han tratado con demasiado cariño y consideración, los cuales creo no merecer, pero agradezco de igual forma.
Después de una buena sobremesa en la cual planeamos las actividades del día, la principal por supuesto, ir a ver a mi abuelita cuanto antes, después de bañarnos.
Así lo hicimos, y después de estar listos, nos fuimos todos juntos al hospital. Me daba gusto ver como de algo malo como era la internación de mi abuelita salía algo bueno, reunir a la familia y andar todos juntos “en bola” para todos lados. Me sentí realmente afortunado de pertenecer a esta familia.
Llegamos al hospital. A plena luz del día ya no se veía tan sombrío como la noche anterior en que lo recorrí por pasillos oscuros o poco iluminados. Preguntamos en un módulo de enfermeras por mi abuelita.
La enfermera busco y rebusco en unas hojas que tenía grapadas.
- Enfermera: Debe de haber un error, la paciente que ustedes dicen ya no esta en ese cuarto.
- Todos: Que???!
Salí de la habitación, dejando a mi abuelita dormida. Regrese por el inmenso laberinto hospitalario y partimos hacia la casa de mi tío Ramiro. Esa noche se quedaría mi primo Napo a afuera del hospital por si es que se requería algo.
Llegamos a casa de mi tío y no sabíamos si es que nos íbamos a quedar a dormir ahí o nos iríamos a un hotel, pues mis tíos seguían platicando con mis papás, pero no nos decían si podíamos quedarnos ahí, que era seguro que si, pero de todos modos teníamos que esperar que nos dijeran.
Yo andaba exhausto. Me alegre cuando mis tíos nos dijeron que nos quedaríamos todos en la recamara principal, y que si lo prefería podía bajar el colchón de otra cama para acomodarme ahí con mis papás y no sé que mas. Yo la verdad me moría de sueño, solo les pedí una cobija y una almohada y me acosté en el piso, ante el asombro de mis tíos y ciertos reclamos, de que no me acostara ahí, que había lugar en otro cuarto y no sé que mas.
Yo amablemente les dije que estaba antes acostumbrado a dormir en el piso y que no había problema (Yo lo que ya quería era no perder ni un segundo mas y acostarme a dormir, había estado pesado el viaje) hasta que por fin aceptaron, no de muy buena gana. Mis padres siguieron un rato mas hablando con mis tíos en la sala, en el piso de abajo, yo en el piso de arriba, caí rendido y ya no supe de mí sino hasta el día siguiente.
La luz del día y el rico olor a comida cocinándose en el piso de abajo, hicieron que abriera mis aletargados ojos. Después de darme una arreglada al revoltijo de cabellos y de asearme en general, baje, dando los buenos días a todos.
El almuerzo fue muy ameno, mis tíos y mis padres platicando de Reynosa, de Ciudad Juárez, de mi abuelita por supuesto, en fin, de los temas mas variados. Mi prima Karen también ya tomaba parte de las pláticas de adultos, aunque de vez en cuando era regañada por mi tío por algún comentario u observación.
Fue sin duda uno de los mejores desayunos que aun recuerdo, esos frijolitos de la olla, esos trozos de fajita asada, el quesito espolvoreado y las tortillitas de harina recién hechas, todo complementado con una deliciosa taza de café con leche.
Aun sigo creyendo que mas que todos y cada uno de los platillos, fue estar ahí con mis familiares, a quienes no había visto ya hacía mucho tiempo, y de los cuales guardo siempre muy gratos recuerdos, pues siempre me han tratado con demasiado cariño y consideración, los cuales creo no merecer, pero agradezco de igual forma.
Después de una buena sobremesa en la cual planeamos las actividades del día, la principal por supuesto, ir a ver a mi abuelita cuanto antes, después de bañarnos.
Así lo hicimos, y después de estar listos, nos fuimos todos juntos al hospital. Me daba gusto ver como de algo malo como era la internación de mi abuelita salía algo bueno, reunir a la familia y andar todos juntos “en bola” para todos lados. Me sentí realmente afortunado de pertenecer a esta familia.
La enfermera busco y rebusco en unas hojas que tenía grapadas.
- Enfermera: Debe de haber un error, la paciente que ustedes dicen ya no esta en ese cuarto.
- Todos: Que???!
Capitulo 5. TACOS DE BARBACOA.
La enfermera volvió a checar una y otra vez las hojas con la información de los pacientes, hasta que llego otra enfermera y nos dijo:
- La señora Clara ya no esta en esa habitación porque esa habitación es de terapia intensiva, y ella ya fue pasada a terapia intermedia. El doctor la reviso y le encontró mucho mejor.
Gritos, jubilo, porras, alegría!
Parecía que acabábamos de ganar el mundial, todos nos abrazamos y nos alegramos bastante! La demás gente en la sala solo se nos quedaba viendo como diciendo: Y a estos locos que les pasa??
Pero nos valió queso jejeje y seguimos muy contentos de esta súbita mejoría de mi abuelita.
Mi papa y mi tío hablaron con el medico que la atendía y el pronostico para mi abuelita había mejorado muchísimo, estaba fuera de peligro, aunque aun seguiría algunos 4 días mas en observación, pero ya en un cuarto donde se permitían mas visitas y mas duración de tiempo en las mismas.
Primero pasaron mi tío y mi papá a verla, regresando como a los 20 minutos para decirnos que la veían mucho mejor y más repuesta.
Pase enseguida yo con mi mamá y me dio gusto encontrarla despierta, estaba a punto de comerse los alimentos que le acababan de llevar de almuerzo.
- Drago: Abuelita!
- Abuelita: Mijo, como estas? Que bueno que pudieron venir a verme, ya casi y no me encuentran.
- Drago: Na aguelita, ni diga eso, a usted le falta mucho todavía, tiene que ir a la boda de dianita.
- Abuelita: Mmmm mijo, a ver si te duro.
La notaba sospechosa, como que algo me quería decir, hasta que:
- Abuelita: Ya almorzaron?
- Drago: Si güeli, ya, unas fajitas con frijolitos y tortillas de harina.
- Abuelita: Y no me trajiste un taquito?
- Drago: Jajajaja no abue, usted no puede comer eso.
- Abuelita: Pues es que las enfermeras se trajeron unas tortas, les dije que me trajeran una pero las canijas no me hicieron caso, les dije que luego se las pagaba y no quisieron.
Dos enfermeras que andan ahí se atacaron de la risa con el comentario de mi güeli.
- Drago: Pero güeli, usted no puede comer eso, mire, le trajeron avenita.
- Abuelita: Pero eso ni sabe a nada, deberías de ir a traerme unos tacos de barbacoa acá escondidos, al cabo me los como así a escondidas.
(Awwww, ahí supe a quien había salido en lo antojadizo jajaja)
Por lo visto mi abuelita ya estaba mucho mejor.
Aunque de pronto una idea empezó a rondar en mi cabeza. Vi hacia la ventana, que daba a un pasillo interior.
- “Si la dejo entreabierta ahorita, quizás pueda comprar los tacos, guardarlos, calentarlos en la noche, venir y deslizarme bajo el cobijo de la oscuridad… Si lo malo es donde consigo el traje negro de Ninja, pero no ha de ser difícil, llego y aviento una piedra en un lado para distraer al guardia y le corro para el otro lado y…”
En eso estaba cuando:
- Mi madre: Drago! No estés pensando en eso!
- Drago: Ma, ps mi güeli tiene hambre XD
- Mi madre: Assh ya madura niño!
- Drago: Oh pues! U_U
Salimos mi madre y yo despidiéndonos de mi Gueli, prometiéndole volver en la tarde. Mi madre tenía cosas que ir a comprar, así que le pidió el carro a mi papá y la acompañe, recorriendo las calles de Reynosa que aun lográbamos recordar de hacía tantos años antes, durante los pocos meses que vivimos ahí.
Mi mamá de pronto me dio una sorpresa cuando de repente…
La enfermera volvió a checar una y otra vez las hojas con la información de los pacientes, hasta que llego otra enfermera y nos dijo:
- La señora Clara ya no esta en esa habitación porque esa habitación es de terapia intensiva, y ella ya fue pasada a terapia intermedia. El doctor la reviso y le encontró mucho mejor.
Gritos, jubilo, porras, alegría!
Parecía que acabábamos de ganar el mundial, todos nos abrazamos y nos alegramos bastante! La demás gente en la sala solo se nos quedaba viendo como diciendo: Y a estos locos que les pasa??
Pero nos valió queso jejeje y seguimos muy contentos de esta súbita mejoría de mi abuelita.
Mi papa y mi tío hablaron con el medico que la atendía y el pronostico para mi abuelita había mejorado muchísimo, estaba fuera de peligro, aunque aun seguiría algunos 4 días mas en observación, pero ya en un cuarto donde se permitían mas visitas y mas duración de tiempo en las mismas.
Primero pasaron mi tío y mi papá a verla, regresando como a los 20 minutos para decirnos que la veían mucho mejor y más repuesta.
Pase enseguida yo con mi mamá y me dio gusto encontrarla despierta, estaba a punto de comerse los alimentos que le acababan de llevar de almuerzo.
- Drago: Abuelita!
- Abuelita: Mijo, como estas? Que bueno que pudieron venir a verme, ya casi y no me encuentran.
- Drago: Na aguelita, ni diga eso, a usted le falta mucho todavía, tiene que ir a la boda de dianita.
- Abuelita: Mmmm mijo, a ver si te duro.
La notaba sospechosa, como que algo me quería decir, hasta que:
- Abuelita: Ya almorzaron?
- Drago: Si güeli, ya, unas fajitas con frijolitos y tortillas de harina.
- Abuelita: Y no me trajiste un taquito?
- Drago: Jajajaja no abue, usted no puede comer eso.
- Abuelita: Pues es que las enfermeras se trajeron unas tortas, les dije que me trajeran una pero las canijas no me hicieron caso, les dije que luego se las pagaba y no quisieron.
Dos enfermeras que andan ahí se atacaron de la risa con el comentario de mi güeli.
- Drago: Pero güeli, usted no puede comer eso, mire, le trajeron avenita.
- Abuelita: Pero eso ni sabe a nada, deberías de ir a traerme unos tacos de barbacoa acá escondidos, al cabo me los como así a escondidas.
(Awwww, ahí supe a quien había salido en lo antojadizo jajaja)
Por lo visto mi abuelita ya estaba mucho mejor.
Aunque de pronto una idea empezó a rondar en mi cabeza. Vi hacia la ventana, que daba a un pasillo interior.
- “Si la dejo entreabierta ahorita, quizás pueda comprar los tacos, guardarlos, calentarlos en la noche, venir y deslizarme bajo el cobijo de la oscuridad… Si lo malo es donde consigo el traje negro de Ninja, pero no ha de ser difícil, llego y aviento una piedra en un lado para distraer al guardia y le corro para el otro lado y…”
En eso estaba cuando:
- Mi madre: Drago! No estés pensando en eso!
- Drago: Ma, ps mi güeli tiene hambre XD
- Mi madre: Assh ya madura niño!
- Drago: Oh pues! U_U
Salimos mi madre y yo despidiéndonos de mi Gueli, prometiéndole volver en la tarde. Mi madre tenía cosas que ir a comprar, así que le pidió el carro a mi papá y la acompañe, recorriendo las calles de Reynosa que aun lográbamos recordar de hacía tantos años antes, durante los pocos meses que vivimos ahí.
Mi mamá de pronto me dio una sorpresa cuando de repente…
Capitulo 6. UNA TARDE DE RECUERDOS EN REYNOSA.
Mi madre saco de pronto un fajillo de billetes de 100 pesos.
- Mi mama: Ten, por si necesitas algo, me los dio tu papá para que te los diera.
La verdad me sorprendió. Si bien en ese momento yo no estaba trabajando en un lugar fijo, y me mantenía de la venta y reparaciones de computadoras, de mi recién aprendido oficio de reparación de computadoras (aprendido gracias a una beca del gobierno del estado y del servicio estatal de empleo) también era cierto que las cosas no iban tan bien, y tenía solo lo suficiente para el día a día. Mas aun, con mi pequeña Diana Sofía creciendo día con día y cambiando de ropa y zapatos cada pocos meses.
Pero pues debía de comportarme como una persona madura, tener orgullo y dignidad, ganarme el dinero con mi propio esfuerzo y no recurriendo como siempre a mi padre. Ya era hora que mis padres vieran que me podía valer por mi mismo.
Así que observando el dinero que ahora me extendía mi madre, actué lo mas maduro y razonable posible, y solo atine a decirle:
- Diesel: Gracias mami!!! Dígale a mi papi que muchas gracias! :D Wuuuuhuu!
Cof cof cof, bueno estem… quizás no fue muy maduro de mi parte, pero si se fijan, dije “gracias” eso demuestra gratitud y cortesía, dos valores que demuestran madurez y… bueno ya pues, tampoco se va a poner uno de digno U_U jajaja no se crean. :P
Fuimos a un Soriana localizado en una centro o plaza comercial muy grande. No recuerdo el nombre, lo que si es que había muchas tiendas. Reynosa había crecido mucho en estos últimos años que no lo había visitado. Atrás quedaron esos años donde recorría sus calles a pie, algunas veces con mi tío Martín, cuando íbamos a dejar las películas que días atrás habíamos rentado en un “Orbe” tienda de videos dependiente de las farmacias Benavides, que ignoro si aun sigan en la actualidad. Como siempre, la larga caminata no era gratis jejeje y siempre le pedía a mi tío que me comprara un “tanque”, que era la medida más grande del vaso, de bebidas de aguas frescas que vendían en las tiendas de autoservicio 7-eleven, específicamente el agua de sabor Tamarindo.
Regresamos a la casa de mis tíos. Pasamos por el costado de un canal de agua que cruza Reynosa, y por cuyos bordes corren banquetas, en las que hacia vario años atrás corrí con mi padre como parte de un entrenamiento de ejercicios para tener condición física.
Ya en la casa comimos y quedamos mas tarde en regresar a casi, casi, despedirnos de mi abuelita pues partiríamos el día siguiente de regreso a Juárez. Descansamos un rato y llegamos al hospital.
Mi abuelita había mejorado notablemente, pero como mencione antes, se quedaría algunos días mas, por lo que ahora lo importante era conseguir a una enfermera o persona que pudiera estar con ella ahí en las noches. Dio la casualidad que encontramos ahí en el hospital a una tía, prima de mi mama de nombre Dora, que es enfermera. Ella nos recomendó a una persona y le hablo por teléfono.
Mi tía no podía cuidarla porque ya tenia el compromiso con otra persona, pero la persona que nos recomendó fue contratada de inmediato, previa platica con mis tíos y mi padre.
Estaba en la sala de espera del hospital, mientras se daba la hora de las visitas permitidas. Y mientras mis padres y mis tíos se entrevistaban con la enfermera contratada, en un café enfrente del hospital, yo empecé a recordar algunas de las historias que había vivido con mi abuelita.
Recordé de pronto aquellas veces en que después de llegar del IMSS de Victoria, donde parecía que solo sabían recetar medicamentos inyectados, llegaba yo corriendo a casa de mi abuelita, con mi madre tras de mi algunos metros detrás, con una inyección preparada en las manos, dispuesta a pincharme mis pompis, pero afortunadamente para mi, yo corría mas rápido.
Entraba corriendo a casa de mi abuelita, salía al patio, brincaba a una pila de agua, de ahí saltaba ágilmente a una barda que separaba la casa de mi abuelita de un vecino, y de ahí al techo de la casa de mis abuelos. De ahí no me bajaba hasta que mi madre cansada de gritarme que bajara, que si no lo hacia me pondría dos, que si era por mi bien, que si bla bla bla, se cansaba y se iba. Solo entonces yo bajaba y era consolado por mi abuelita, quien ya me tenía la cena lista y algún medicamento casero para curarme, con ese cariño que solo las abuelitas poseen.
Recordaba aquellos días de los cursos de verano deportivos que se realizaban en vacaciones grandes en Ciudad Victoria. Esos cursos eran gratuitos y comprendían una serie de disciplinas deportivas en paquete, como fútbol, gimnasia, tenis, basquetbol y natación.
Todo iba bien en las clases de atletismo y fútbol. Pero yo, irremediablemente ya sabia lo que pasaría cuando llegara el momento de ir a las albercas. Eso se repetía cada año. Iba y me formaba en la fila para aventarnos a la alberca profesional de carreras. El maestro dentro de la alberca nos pedía lanzarnos y teníamos que llegar hasta El. Claro que el maestro siempre usaba el “truco” de irse nadando hacia atrás, de modo que casi nunca lo alcanzábamos e íbamos nade y nade, o en mi caso, haciendo lo que podía, porque nunca aprendí a nadar correctamente. Fueron varias las veces que estuve a punto de ahogarme ahí y ya hasta que le daba un bajón al nivel del agua de la alberca de tanto que me la tragaba (el agua U_U) era cuando el profesor se dignaba a ayudarme a salir.
En una de esas ocasiones, de la alberca de carreras nos pasaron a la alberca de clavados. Teníamos que subir al trampolín de 3 metros y lanzarnos a la alberca mas honda que había visto en mi vida.
- Dieselcito: No manche papá. No quiero. :S Tengo miedo! Tengo miedo! Le juro que en este momento tengo miedo!
- Papá: no tengas miedo, mira si no esta tan honda, yo te cuido si pasa algo.
- Dieselcito: No, tengo miedo! Tengo miedo!
- Papá: No, mira, se van a burlar de ti, nadamás aviéntate esta vez y ya, si quieres ya mañana no vienes.
- Dieselcito: No, no, no, tengo miedo, mejor ya vámonos de una vez.
- Papá: Mmmmmm U_U si quieres irte vámonos, pero llegando a la casa te voy a dar unos cinturonazos.
- Dieselcito: No ps arre, amonos. Prefiero cinturonazos un ratito que ahogarme ahí.
Ps total, que nos vamos a la casa, que me bajo antes, y que le corró, soy miedoso pero no tonto! XD
Estaba mi güeli en su cama cuando llego yo corriendo.
- Dieselcito: Ya llegue güeli, ya me voy güeli!
Y zaz, que corro y que me resbalo ágilmente para deslizarme debajo de la cama de mi güeli.
- Dieselcito (debajo de la cama): Usted no me vio güeli. :(
Unos minutos después llego mi papá.
- Papá: No ha visto a Diesel mamá?
- Abuelita: No, aquí no ha venido, que paso?
- Papá: Pues no se quiso aventar a la alberca y le dije que llegando le iba a dar con el cinto.
- Abuelita: Estas loco, por que le vas a pegar? Si a ti tampoco te gustaba ir a la alberca.
- Papá: Pues no pero…
- Abuelita: Déjalo, si no quiere ir no lo puedes obligar. O alguna vez te pegamos nosotros?
- Papá: No…pero… bueno. No le voy a pegar.
Mi padre se iba y rato después salía yo de mi “escondite” para terminar abrazando a mi güeli que una vez mas, me salvaba.
La voz de mis padres acercándose me “despertó” de mis pensamientos. Venían con la enfermera, la cual presentarían a mi abuelita.
El horario de visitas había comenzado y yo estaba listo para entrar a despedirme de mi abuelita, cuando una persona que se encontraba dentro de la habitación salió y me dijo:
- Vente, vámonos, necesito que me acompañes, regresamos en un rato…
Continuará con el final…
Mi madre saco de pronto un fajillo de billetes de 100 pesos.
- Mi mama: Ten, por si necesitas algo, me los dio tu papá para que te los diera.
La verdad me sorprendió. Si bien en ese momento yo no estaba trabajando en un lugar fijo, y me mantenía de la venta y reparaciones de computadoras, de mi recién aprendido oficio de reparación de computadoras (aprendido gracias a una beca del gobierno del estado y del servicio estatal de empleo) también era cierto que las cosas no iban tan bien, y tenía solo lo suficiente para el día a día. Mas aun, con mi pequeña Diana Sofía creciendo día con día y cambiando de ropa y zapatos cada pocos meses.
Pero pues debía de comportarme como una persona madura, tener orgullo y dignidad, ganarme el dinero con mi propio esfuerzo y no recurriendo como siempre a mi padre. Ya era hora que mis padres vieran que me podía valer por mi mismo.
Así que observando el dinero que ahora me extendía mi madre, actué lo mas maduro y razonable posible, y solo atine a decirle:
- Diesel: Gracias mami!!! Dígale a mi papi que muchas gracias! :D Wuuuuhuu!
Cof cof cof, bueno estem… quizás no fue muy maduro de mi parte, pero si se fijan, dije “gracias” eso demuestra gratitud y cortesía, dos valores que demuestran madurez y… bueno ya pues, tampoco se va a poner uno de digno U_U jajaja no se crean. :P
Fuimos a un Soriana localizado en una centro o plaza comercial muy grande. No recuerdo el nombre, lo que si es que había muchas tiendas. Reynosa había crecido mucho en estos últimos años que no lo había visitado. Atrás quedaron esos años donde recorría sus calles a pie, algunas veces con mi tío Martín, cuando íbamos a dejar las películas que días atrás habíamos rentado en un “Orbe” tienda de videos dependiente de las farmacias Benavides, que ignoro si aun sigan en la actualidad. Como siempre, la larga caminata no era gratis jejeje y siempre le pedía a mi tío que me comprara un “tanque”, que era la medida más grande del vaso, de bebidas de aguas frescas que vendían en las tiendas de autoservicio 7-eleven, específicamente el agua de sabor Tamarindo.
Regresamos a la casa de mis tíos. Pasamos por el costado de un canal de agua que cruza Reynosa, y por cuyos bordes corren banquetas, en las que hacia vario años atrás corrí con mi padre como parte de un entrenamiento de ejercicios para tener condición física.
Ya en la casa comimos y quedamos mas tarde en regresar a casi, casi, despedirnos de mi abuelita pues partiríamos el día siguiente de regreso a Juárez. Descansamos un rato y llegamos al hospital.
Mi abuelita había mejorado notablemente, pero como mencione antes, se quedaría algunos días mas, por lo que ahora lo importante era conseguir a una enfermera o persona que pudiera estar con ella ahí en las noches. Dio la casualidad que encontramos ahí en el hospital a una tía, prima de mi mama de nombre Dora, que es enfermera. Ella nos recomendó a una persona y le hablo por teléfono.
Mi tía no podía cuidarla porque ya tenia el compromiso con otra persona, pero la persona que nos recomendó fue contratada de inmediato, previa platica con mis tíos y mi padre.
Estaba en la sala de espera del hospital, mientras se daba la hora de las visitas permitidas. Y mientras mis padres y mis tíos se entrevistaban con la enfermera contratada, en un café enfrente del hospital, yo empecé a recordar algunas de las historias que había vivido con mi abuelita.
Recordé de pronto aquellas veces en que después de llegar del IMSS de Victoria, donde parecía que solo sabían recetar medicamentos inyectados, llegaba yo corriendo a casa de mi abuelita, con mi madre tras de mi algunos metros detrás, con una inyección preparada en las manos, dispuesta a pincharme mis pompis, pero afortunadamente para mi, yo corría mas rápido.
Entraba corriendo a casa de mi abuelita, salía al patio, brincaba a una pila de agua, de ahí saltaba ágilmente a una barda que separaba la casa de mi abuelita de un vecino, y de ahí al techo de la casa de mis abuelos. De ahí no me bajaba hasta que mi madre cansada de gritarme que bajara, que si no lo hacia me pondría dos, que si era por mi bien, que si bla bla bla, se cansaba y se iba. Solo entonces yo bajaba y era consolado por mi abuelita, quien ya me tenía la cena lista y algún medicamento casero para curarme, con ese cariño que solo las abuelitas poseen.
Recordaba aquellos días de los cursos de verano deportivos que se realizaban en vacaciones grandes en Ciudad Victoria. Esos cursos eran gratuitos y comprendían una serie de disciplinas deportivas en paquete, como fútbol, gimnasia, tenis, basquetbol y natación.
Todo iba bien en las clases de atletismo y fútbol. Pero yo, irremediablemente ya sabia lo que pasaría cuando llegara el momento de ir a las albercas. Eso se repetía cada año. Iba y me formaba en la fila para aventarnos a la alberca profesional de carreras. El maestro dentro de la alberca nos pedía lanzarnos y teníamos que llegar hasta El. Claro que el maestro siempre usaba el “truco” de irse nadando hacia atrás, de modo que casi nunca lo alcanzábamos e íbamos nade y nade, o en mi caso, haciendo lo que podía, porque nunca aprendí a nadar correctamente. Fueron varias las veces que estuve a punto de ahogarme ahí y ya hasta que le daba un bajón al nivel del agua de la alberca de tanto que me la tragaba (el agua U_U) era cuando el profesor se dignaba a ayudarme a salir.
En una de esas ocasiones, de la alberca de carreras nos pasaron a la alberca de clavados. Teníamos que subir al trampolín de 3 metros y lanzarnos a la alberca mas honda que había visto en mi vida.
- Dieselcito: No manche papá. No quiero. :S Tengo miedo! Tengo miedo! Le juro que en este momento tengo miedo!
- Papá: no tengas miedo, mira si no esta tan honda, yo te cuido si pasa algo.
- Dieselcito: No, tengo miedo! Tengo miedo!
- Papá: No, mira, se van a burlar de ti, nadamás aviéntate esta vez y ya, si quieres ya mañana no vienes.
- Dieselcito: No, no, no, tengo miedo, mejor ya vámonos de una vez.
- Papá: Mmmmmm U_U si quieres irte vámonos, pero llegando a la casa te voy a dar unos cinturonazos.
- Dieselcito: No ps arre, amonos. Prefiero cinturonazos un ratito que ahogarme ahí.
Ps total, que nos vamos a la casa, que me bajo antes, y que le corró, soy miedoso pero no tonto! XD
Estaba mi güeli en su cama cuando llego yo corriendo.
- Dieselcito: Ya llegue güeli, ya me voy güeli!
Y zaz, que corro y que me resbalo ágilmente para deslizarme debajo de la cama de mi güeli.
- Dieselcito (debajo de la cama): Usted no me vio güeli. :(
Unos minutos después llego mi papá.
- Papá: No ha visto a Diesel mamá?
- Abuelita: No, aquí no ha venido, que paso?
- Papá: Pues no se quiso aventar a la alberca y le dije que llegando le iba a dar con el cinto.
- Abuelita: Estas loco, por que le vas a pegar? Si a ti tampoco te gustaba ir a la alberca.
- Papá: Pues no pero…
- Abuelita: Déjalo, si no quiere ir no lo puedes obligar. O alguna vez te pegamos nosotros?
- Papá: No…pero… bueno. No le voy a pegar.
Mi padre se iba y rato después salía yo de mi “escondite” para terminar abrazando a mi güeli que una vez mas, me salvaba.
La voz de mis padres acercándose me “despertó” de mis pensamientos. Venían con la enfermera, la cual presentarían a mi abuelita.
El horario de visitas había comenzado y yo estaba listo para entrar a despedirme de mi abuelita, cuando una persona que se encontraba dentro de la habitación salió y me dijo:
- Vente, vámonos, necesito que me acompañes, regresamos en un rato…
Continuará con el final…
Capitulo 6. FINAL. EL REGRESO A CIUDAD JUÁREZ.
- Vente, vamonos, necesito que me acompañes, regresamos en un rato…
- Diesel: Si, vamos.
Era mi primo Napo. Hijo de mi tío Nune, hermano de mi papá, y menor que yo algunos 3 o 4 años. Me pidió que lo acompañara a casa de mis tíos, pues mi abuelita le había pedido algunas cosas que tenía allá.
Salimos y llegamos en menos de 5 minutos dada la cercanía de la casa de mi tío Ramiro con el Hospital donde estaba mi abuelita.
Entramos y nos dirigimos al cuarto que servía de dormitorio de mi abuelita.
Empezó Napo a echar un cambio de ropa, peines y la bolsa de mi abuelita, la cual abrió y saco cierta cantidad de dinero, ante mi asombro.
- Napo: Ten.
La acción de mi primo me sorprendió.
- Diesel: No, que pues, no. Es dinero de mi abuelita Napo, no manches.
- Napo: Son ordenes de mi Güeli, por eso te pedí que vinieras, me dijo que viniera y sacara este dinero y te lo diera.
- Diesel: No.
Yo estaba contrariado, mi abuelita siempre había vivido preocupada por mi y es una de las cosas que siempre lamentare, que ella no me pudo ver bien establecido, tanto familiar como económicamente, y para ella yo siempre seguiría siendo un niño, su pequeño nieto, el primogénito que siempre tuvo su preferencia para todo.
- Diesel: Dile que me los diste, pero ps no.
- Napo: No, me insistió que te los diera. Fue una orden.
Los tome, pero ya tenía yo la idea de hablar con ella y convencerla de que no los necesita, que incluso mi papá me había dado dinero ese mismo día.
Regresamos al hospital con las cosas que le había encargado mi abuelita, y tuve que esperar a que salieran mis familiares que estaban en ese momento en el cuarto.
Salieron mas al rato y era mi turno de entrar a despedirme de mi abuelita, pues al siguiente día partiríamos de regreso a ciudad Juárez muy temprano. Quizás a las 4 o 5 de la mañana.
Entre a su cuarto, esta vez solo. Ahí estaba mi abuelita, ya sin tantos aparatos ni mangueras conectados a ella como el primer día que la vi.
Me empecé a despedir de ella, mientras me daba las gracias por haber ido y haciéndome prometerle que iría a verla a Victoria algunos meses después.
Fue después de eso cuando me pregunto:
- Güeli: Te dio Napo mi encargo.
- Diesel: De hecho aquí los traigo Güeli y no es necesario, tenga. Mi papá me dio algo de dinero en la mañana.
- Güeli: No, no! No me los des, son para ti.
- Diesel: Yo no necesito Güeli (mentí) me esta yendo bien con las computadoras.
- Güeli: Pero yo recuerdo cuando estuve allá que vendías una no muy seguido.
- Diesel: Nah, pero eso ya cambio Güeli (seguí mintiendo), ya tengo mas clientes. Tenga, en verdad no los necesito, mire, le mostré el dinero que me había dado mi papá, aquí traigo, de verdad mejor guárdelo para sus medicinas.
- Güeli: Tus tíos y tu papa me las compran y no necesito, guárdalos, que no te los vean.
- Diesel: No Güeli, o vine desde allá par verla no para que me diera dinero Güeli.
Y mi abuelita, poniendo su cara de siempre que no puede uno decirle que no y su argumento, me dijo:
- Güeli: No me los desprecies mijo… yo me siento mas tranquila si los tienes tu. Para cuando necesites o si tienes que comprarle algo a Dianita…
- Como esta la pacientita??
Una enfermera haciendo su ronda de pronto entro al cuarto.
- Güeli: con hambre, cuando puedo comerme unos tacos?
- Enfermera: (riendo) Ya merito, solo unos días mas.
Empezó a checar el nivel del suero, y a aplicar un medicamento en el mismo.
La enfermera se despidió y le dije:
- Diesel: Bueno Agüelita, no se apure, si me los llevo, espero que no le hagan falta, y si necesita me habla a Juárez y yo le consigo, ok?
La cara de mi abuelita era de alegría.
- Güeli: si mijo, gracias.
Tenía que cederles mi lugar a mis demás familiares, antes de que terminara la hora de visitas, así que me despedí de ella, porque probablemente no la vería al siguiente día. Prometí, con lágrimas en los ojos, ir a visitarla en vacaciones. No me podía separar de ella. Mi abuelita, mi segunda madre… solo Dios sabia si la volvería a ver con vida, y ese pesar me hacia aferrarme mas a ella. Me despedí, y todavía en la puerta voltee y la pude ver llorando y despidiéndose de mi.
Salí al área de visitas por otra puerta, no quería que mis familiares me vieran así. Espere un poco y me acerque para decirles que ya podían pasar los siguientes.
Esa tarde regresamos a la casa. Cenamos algo ligero y nos fuimos a dormir, al día siguiente nos tendríamos que levantar a las 4 am para emprender el viaje. Cosa que no sucedió y fueron casi a las 5:30 am cuando estábamos ya despiertos y levantados, en el carro, listos para partir.
Nos despedimos de mis tíos y primos, y mi padre se dirigió al hospital. Ahí estacionados afuera nos dijo:
- Papá: Esperen aquí.
Se bajo, regresando como a los 15 minutos. Como un favor especial por venir de lejos le dieron permiso de despedirse de mi abuelita, pero nos contó que la encontró dormida y no la quiso despertar.
Enfilamos rumbo al puente internacional que nos llevaría de nuevo a Estados Unidos y posteriormente hasta El Paso, Tx. En el trayecto no hubo nada relevante que contar. Nos fuimos a San Antonio de vuelta y de ahí hacia el Oeste de Texas, para cruzara Cd Juarez, donde Dianita y Bere me esperaban en la casa de mis padres con una cartulina que decía: “Bienvenido Papi!”
La promesa de ir en vacaciones se la pude cumplir a mi abuelita, regresando con Dianita y con Bere meses después a ciudad Victoria, yendo en el carro que me prestaría mi hermana, el cual se descompondría en todo el camino, haciéndonos quedar medio día en la Cd de Camargo, arreglándolo con un mecánico dueño de un taller de autos de carreras, quedándonos varados varias veces mas en el camino rumbo a Torreón, con el carro fantasma que nos siguió por una hora a altas horas de la noche en una carretera solitaria de México, pasando la noche en Gómez Palacios, recogiendo familiares de Bere en Monterrey, llevando a conocer el mar por primera vez a Dianita en ciudad Madero, y los problemas con el carro de nuevo al regresar a Cd. Juárez. Pero esas, amables lectores, esas como siempre, son otras historias. Saludos!
FIN.