martes, 2 de julio de 2013

LA SEÑORA DE LA CARRETERA.

Cierta noche, cuando el reloj marcaba ya casi las 12 de la noche, hace casi dos semanas, me habían comunicado por radio que necesitaba dirigirme a la caseta aduanal del kilómetro 72, llamada así precisamente porque está a 72 kilómetros al sur de ciudad Juárez, para resolver un problema.


Me dirigí al estacionamiento de la aduana del puente libre en donde está mi base, y abordando el vehículo Tornado, una camionetita blanca de dos plazas, me dirigí al sur de la ciudad, en camino hacia el mencionado punto, recorrido que me llevaría aproximadamente 40 minutos.



En el último semáforo de la ciudad, ya sobre la carretera panamericana y avenida Boulevard Zaragoza,  vi de reojo una figura que se acercaba a la ventana del pasajero mientras yo me encontraba esperando que la luz cambiara de verde a rojo.




Volteo y es una señora de algunos 40 años, de estatura mediana, cabello recogido en un chongo, chamarra, tez morena clara. Llevaba al hombre una especia de mochila grande.
Bajé el vidrio.

- Señora: Oiga me puede dar rait?

Lo pensé. No solo porque el vehículo que traía es oficial de la empresa a la que pertenezco, sino porque se escuchan cada historia de roba carros, ladrones, etc.

La noche estaba fresca, la calle casi desierta y la negrura de la noche había caído con todo su peso.

- Diesel: Pues… a dónde va? Yo voy para el kilómetro 72, derecho.

- Señora: Ah pues yo voy derecho también, voy para la ciudad de Chihuahua, hasta donde me pueda dejar.




- Diesel: Pues… súbase.

Le abrí la puerta y se sentó en el asiento del copiloto, justo a tiempo para el cambio de luz del semáforo.
De principio el olor como a cerveza lleno de inmediato el interior del pequeño vehículo.

- Diesel: Viene tomada?

- Señora: No, no, yo no tomo.

Y me explico que estaba de visita en casa de unos familiares, que la habían llamado de urgencia de la ciudad de Chihuahua, pues un familiar se había puesto mal. Que su esposo estaba allá en Chihuahua con sus hijos, y que ahora ella había conseguido un rait desde el centro de Juárez, hasta el punto donde la había recogido yo (unos 20 kilómetros de distancia). Que no traía ni un peso. Y que a ver cómo le haría para llegar hasta Chihuahua.

Para cuando me había contado ya estas historias íbamos sobre la carretera, a unos 15 kilometros fuera de la ciudad. Me puse a pensar y recordé que solo traía en ese momento 140 pesos en mi billetera. El problema era que la troquita casi no traía gasolina, y en caso de tener que ponerle gasolina tendría que hacer uso de ese dinero propio.

- Pues… si quiere yo tengo 100 pesos, si le sirven aquí están.


La señora volteó a verme y me dice:

- Y…. que tengo que hacer para que me los de?

De principio no entendía la pregunta.

- Diesel: Como?

- Señora: Si, que qué tengo que hacer para que me de el dinero.

Y entonces comprendí la pregunta.




- Diesel: No, no, NO!! Qué pues??? No, no, no tiene que hacer nada, así nadamás, si le sirven aquí están, y no le doy más porque solo quedan 40 pesos, y a lo mejor los uso para poner gas, si no si le voy a tener que pedir que me ayude a empujar la troca XD

- Señora: Ah, disculpe, es que… pues así como es la gente, uno nunca sabe, discúlpeme.

- Diesel: No ombe, no tiene nada que disculparse, no se preocupe.

Casi llegábamos a nuestro destino, yo al km 72, ella ahí mismo, donde buscaría otro rait para seguir su camino hacia el sur, hacia la capital del estado, como a unos 250 0 300 kilómetros más al sur.

Viendo que ya estábamos llegando y que ella no pensara que yo trataría de abusar de la situación, pues ya estábamos a escaso 1 kilómetro de la aduana, y un poco con la curiosidad, le pregunte:

- Diesel: Oiga, y a poco si yo le hubiera pedido algo a cambio del dinero, usted hubiera aceptado?

- Señora: Pues… la verdad, con la necesidad que tengo… si, si hubiera aceptado.

- Diesel: No señora, no haga eso. Valórese más. Usted vale más que 100 pesos.

- Señora: Es que… la necesidad.

- Drago: Siempre encontraremos alguien que nos ayude sin pedir nada a cambio, solo hay que ser pacientes.  Ahorita que llegue a la aduana, si pide un rait, no ofrezca nada, ni les pregunte como a  mí que como les paga, no siempre se va encontrar con alguien que no esté dispuesto a aceptar su “agradecimiento”.

- Señora: Si, yo sé, muchas gracias.

- Diesel: Y le recomiendo que le pida rait a personas que van en familia, o una pareja, no se vaya con hombres solos.




- Señora: Si tiene razón.

Llegamos y vi que con la gasolina que quedaba alcanzaba a regresar a Juárez, si no así que digan: “Híjole que bruto, que bien le va alcanzar la gasolina”, si era probable que no necesitara más.

Despidiéndome de ella, le di los $40 que me quedaban.

- Drago: Tome, creo que tampoco los necesitare, y mucha suerte.

La vi partir, y yo me fui a arreglar el problema en el sistema por el que me habían hablado. Al salir ya no la vi, y si alcance a regresar bien a Juárez, aunque si con el foquito de la gasolina prendido.




Y así paso esa noche, una de tantas noches en mi trabajo que me dejan una satisfacción, no solo por cumplir con mi deber como empleado, sino como persona. De esas historias hay muchas, pero como siempre, ya se las contare en otra ocasión.

Saludos!

1 comentario:

Martiuks dijo...

Muy interesante anécdota y pues no cabe duda que esa noche fuiste una especie de angel terrenal (como les llamo yo) para esa señora.

Me hiciste reír con la forma como le preguntaste a la Señora y pos ohhh igual la señora te quería pagar a "juerzas"... La carretera sola, la camioneta sola, ustedes solos... jajaja...

Nah ya en serio si se ve que eres buen chavo y siempre andas ayudando eso me consta.

Saludos y muy buena anécdota. Ojalá sigas posteando.