martes, 26 de mayo de 2015

BULLYNG.



La campana del recreo acababa de sonar. Absorta en sus pensamientos, Rocío había hecho caso omiso al bullicio que se escuchaba de alumnos corriendo a formarse para ingresar a sus salones. Ella era una alumna de excelencia, se había ganado el derecho de formar parte de la escolta el siguiente año gracias a sus calificaciones. Su tez blanca contrastaba con su cabello negro, el cual siempre usaba suelto, simulando el peinado de la antigua reina egipcia, Cleopatra.







Le parecía raro lo que pasaba. Días antes había le había comenzado a hablar a un compañero de 5to año. Y no es que no lo hubiera visto desde que estaban en primero, sino que por una u otra circunstancia el acercamiento nunca se había dado.

Rocío ingresó al salón, sus compañeros ya estaban tomando apuntes. La maestra le hizo un pequeño reclamo por la tardanza, pero ella ni siquiera le ponía atención. En vez de eso le dirigió una mirada a ese compañero con el que tan bien se estaba llevando últimamente, pero él, esquivo la mirada, dirigiéndola hacia la ventana que daba al patio central de esa escuela, sitiada en esa ciudad a los pies de la Sierra Madre oriental.




A la hora de salida, ella lo encaró:

- Dime, te pasa algo? Te dije algo?

- No, nada.

- Entonces por qué si nos llevábamos tan bien, de pronto cambiaste conmigo? No le encuentro ninguna explicación. Ya no me hablas, me evitas y siento que para nada de eso te he dado motivo.

- Es lo mejor, nunca entenderías, no soy lo mejor para ti, no soy un buen amigo.

- Pues… espero que no te arrepientas de esto, y sea demasiado tarde.

Rocío se fue, y él la vio marcharse, quizás para siempre.

Una mano en el hombro lo saco del estado en que se encontraba. Era Edgar, su compañero de clase.

- Edgar: Drago, te dije que me habían dicho que ya no le hablaras a Rocío, o te golpearían.
- Drago: Pero quien te pudo decir eso?

- Edgar: No te puedo decir, a mí también me amenazaron si te lo decía, solo te digo lo que me dijeron.

- Drago: Pues, me acabo de despedir de ella, y en dos meses me iré a Reynosa a vivir, ya no estaré aquí nunca más.

- Edgar: Créeme, es lo mejor…



Esa fue la primera vez que alguien me amenazo por tener una relación con una “mujer” cuando estaba yo en quinto año, en la escuela Pedro J. Méndez, en mi natal Tamaulipas. No sería la última vez, como aquella donde fui amenazado de muerte por andar con una persona divorciada, pero como siempre, esa, esa es otra historia que algun día les contaré...

Saludos!






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