martes, 26 de mayo de 2015

EL CELULAR.

La luz tenue de la tarde al esconderse el sol, impacta tímidamente un objeto dorado en el suelo. Él se agacha y recoge del piso, entre la tierra y pedacitos de vidrio, un enorme celular plano. Nada que ver con su viejo celular de pantalla estrellada en 78 partes, pues fue un regalo emergente de su hermana cuando su celular anterior dejo de funcionar.


- Ten, está estrellado, pero si sirve bien. (Le dijo su hermana aquella vez hace varios meses).

Observa el celular que se acaba de encontrar, el cual marca las 6:12 de la tarde. Es un celular de “gama alta”, o quizás de “gama muy alta”. Pero Él sabe que no le pertenece. Da la vuelta al vehículo volteado con las llantas hacia arriba, una Lincoln navigator también muy costosa hecha chatarra. Se acerca a la persona semi inconsciente, bañada en sangre que él junto con otras 20 personas acaba de sacar del vehículo accidentado, y le coloca el celular en la espalda. “Espero que viva y le siga siendo útil”…

Los otros dos acompañantes de la persona semi inconsciente no tuvieron la misma suerte. Uno yace literalmente prensado en el asiento del copiloto, y otro más en el asiento trasero es declarado muerto por uno de los presentes que se habían acercado a prestar los primeros auxilios.





Él se enfila a otro vehículo que lo espera, se sube y la pregunta obligada aparece:

- Que paso siempre?!

- Drago: Sacamos a una persona, pero dos más murieron, está estable, ya viene la ayuda en camino, ya no hay nada que hacer, vámonos.



Y no deja de pensar que por 10 segundos más ellos también hubieran sido parte del accidente, y de agradecer a Dios porque no fue así.

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