martes, 26 de mayo de 2015

LEYENDAS URBANAS.

Las leyendas urbanas son esas historias de la vida diaria que le sucedieron al “amigo del primo del tío del vecino”. Que no nos constan, pero que muchos juran y perjuran que son ciertas.

A lo largo de mi vida me ha tocado escuchar algunas y empezaré por una que me contaba mi madre de pequeño.

LA LEYENDA URBANA DEL CALDO DE RES.



Cuenta la leyenda que un señor de buen corazón enviudo, quedándose a cargo de dos hijos, un niño y una niña. Con el tiempo este señor conoció a otra mujer, que, casualmente, también había enviudado y tenia de igual forma dos hijos, de edades similares, si no exactas, a los hijos del enviudado padre.

Los padres se casaron y se fueron a vivir todos juntos. Pero no había tal armonía en el hogar, pues sin que el padre de familia lo supiera, la madre tenía siempre preferencia obvia por sus hijos, y para muestra de eso había muchos ejemplos. Uno de esos ejemplos se daba en la comida, cuando la señora preparaba caldo de res.

Todo parecería normal, pero la señora, al momento de servirles la comida a los hijos, siempre le servía solo el caldo líquido a sus hijastros, dejando la carne de res solamente a sus hijos sanguíneos.




Esto siempre fue así, y que paso con el tiempo? Que los hijastros crecieron sanos, fuertes y robustos, pues el caldo liquido tenía todos los nutrientes, vitaminas, minerales. Y la carne era literalmente “exprimida” de tan nobles y notables nutrientes, por lo que los hijos sanguíneos de la señora no recibían los nutrientes y quedaron flacos, flacos, raquíticos, pagando ella de esta forma su mala actitud para con sus hijastros.



Esta historia me la contaba mi madre, al explicarme por qué  me debía de acabar todo el caldo, y por qué casi no tenía carne nuestro caldo. Después supe que era porque éramos pobres y el dinero no alcanzaba para comprar tanta carne XD

LA VERDAD.

Estudiando medicina en la UACJ, y específicamente en la clase de Bioquímica Médica, se me explico que las proteínas que comemos de un animal, se degradan hasta pequeñas porciones, que son las bases más simples, a partir de esas bases formamos las nuevas proteínas que si podremos aprovechar.  Pero al cocerlas  a tan altas temperaturas las “matamos” y ya no se pueden volver a formar las nuevas proteínas. Lo mismo pasa con las vitaminas, de los vegetales por ejemplo, al hervirlas les quitamos su “poder”, las desnaturalizamos y ya no sirven, por eso se recomienda comer vegetales crudos, para poder aprovecharlas por completo.



De tal manera que los super caldos deliciosos y “nutritivos” de la Leyenda Urbana que me contó mi mama, en realidad eran un cementerio de proteínas, vitaminas y minerales que no son aprovechados como deberían.

Y todo quedo en un intento de mi madre porque aprovechara el caldo, hasta la última gota.

Saludos!

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