Finalmente, ayer me pude dar un tiempo y pasé a su casa muy temprano. Desmonté a Porto y lo dejé que comiera libremente de los tiernos pastos que hay alrededor del castillo familiar.
Entré y después de dar unos sorbos de infusiones de té, sabrá Dios de que ingredientes. Pusé manos a la obra. Saqué muebles, bolsas de basura, libros, cuadernos y miles de objetos más.
Entre éstos cuadernos encontré uno de mis años de estudiante de la carrera de Medicinas y Cirugías. Le faltaba una pasta y estaba todo lleno de polvo.Lo abrí y ví las fechas. Hacía ya varios años de que mi mano imprimió esas letras, esos dibujos, esos pensamientos.
En otro de ellos, encontré varios relatos, de esos que me gustaba escribir, mientras mi mente volaba a lugares lejanos, y mi cuerpo se quedaba en el aula de clases, escuchando, o viendo a algun profesor mover los labios, diciendo tal o cual cosa de la embriología, la histología o la anatomía. Pero éra inútil, yo ya me encontraba a varios miles de kilometros de ahí, o quizás, en otras dimensiones, si no en cuerpo, si en mente.
Me encontré dos de los primeros relatos "con moraleja" que escribí, a ver que les parecen:
EL NIÑO Y EL RELOJ.
Un día iba un niño caminando por un parque, cuando algo que brillaba en el camino llamó su atención. Era un reloj. Lo levantó y empezó a observarlo. Al analizarlo, pensaba en lo maravilloso que sería poder controlar el tiempo. Así, desde ese momento se decidió a construir una máquina que fuera capaz de hacerlo viajar en el tiempo.
Se la pasaba siempre estudiando, en la escuela era el mejor en las materias de física, química, matemáticas y ciencias. Siempre con el afán de cumplir su sueño. Nunca asistió a fiestas, no tenía amigos y no disfrutó su juventud, siempre estudiando y preparando la máquina del tiempo. Hasta que un día, a los 60 años, después de tanto tiempo, logró su objetivo y terminó la máquina.
Sin perder un segundo, entró en ella, fijo una fecha en la máquina y regresó en el tiempo. Llegó a un parque, corrió hacia un camino donde en el piso relumbraba un reloj. Lo tomó y se escondió detrás de unos arbustos. En eso pasó un niño que caminaba por ahí. El niño se detuvo, volteó hacia ambos lados y siguió su camino hasta perderse de vista. Subitamente, el hombre también desapareció...
Éste es otro cuento con moraleja:
LOS NOVIOS
Había una vez una pareja de gorditos que se amaban profundamente. EStaban despidiendose en una estacion de ferrocarril, pues ella partiría de la ciudad por espacio de un año. Después de jurarse amor eterno, el uno por el otro, la gordita finalmente abordó el tren y se fué.
Durante ese año se escribían todas las semanas recordándose la promesa de seguirse amando. Lo que la gordita no le contó a su novio fue que durante ese tiempo, ella cuido mejor su alimentación, se puso a dieta e inicio un riguroso régimen de ejercicios. De tal suerte, que la antes gordita ahora poseía un cuerpo esbelto y hermoso, tanto así que podría pasar por una modelo muy cotizada.
Llegó el día de regresar a la ciudad. El novio la esperaba ya impaciente. Ella al bajar del ferrocarril, lo reconoció y se le iluminó el rostro de amor. Él la vió, mostró cara de decepción y dió la media vuelta, para nunca más volver a buscar a su antigua novia...
Como ven? Lo que era no tener nada que hacer en las clases jajaja, pero la verdad, los escribí y me di cuenta que el final o las razones de cada relato, pueden ser varias, ustedes por que se imaginan que los protagonistas actuaron así en cada caso??
Saludos!!