DE BESTIAS Y DE UNA CAMINATA MAÑANERA… (PARTE 1)

Todo era normal ayer en la tarde. Me subo a Porto, pues una cliente me esperaba para ver el asunto de una maquina que quería que le arreglara.

Lo palmeo, lo levanto y empieza a avanzar, pero instantes después, cae. Lo vuelvo a levantar, anda dos o tres pasos y vuelve a caer. Así sucesivamente como unas 10 veces, cuando me doy por vencido. Lo reviso completamente, su estomago trae comida. El problema parece ser el que me imagino. Lo tengo siempre tanto tiempo sin comida, que ya cuando lo alimento, es demasiado tarde y trae sucio su tanque…perdón, su estomago.

Con grandes esfuerzos y uno que otro empujón, lo orillo, me bajo, y voy por algo extra de comer para el. Regreso y lo alimento. Avanza un poco, lo suficiente para volver a mi hogar. El problema no parece ser el alimento, pues lo reviso y puedo ver que tiene lo suficiente.

Y extraño esos días, cuando vivía en casa de mi padre y ante cualquier eventualidad con Porto, estaba el corcel de mi madre listo para salir al quite. Era un brioso corcel, de raza alemán llamado Jetta, de un pelaje brilloso que relucía con los rayos del sol. Y aunque raras veces, también llegue a usar al caballo de mi padre, de nombre Lincoln.

Regreso a mi nuevo hogar y llamo a la clienta, no podre ir a la cita, por lo que acordamos una nueva cita en esta semana que viene.
Hablo con la madre de mi hija, será imposible poder ir por ella también. Y pasa algo. Su padre me envía un emisario diciéndome que su otra hija me prestara su yegua traída de regiones orientales. Dicha yegua tiene un nombre raro, Yaris de Toyota. Pero eso si, tiene pocos años, la tía de mi hija lo adquirió recién nació.
Me traen a Yaris y la monto, y emprendo el camino. Su andar es sereno, clásico de este tipo de bestias recién nacidas. Es tanta la confianza que tengo en esta yegua, que me aventuro por un nuevo camino que acaban de abrir entre las montañas, llamado “El Camino Real”. Desde ahí diviso toda la comarca, mientras galopo rápido sobre los hombros de Yaris dejando solamente una estela de polvo tras de mi.

Me detengo en lo alto de una cima y contemplo anonadado la vista, es simplemente maravillosa.

Vuelvo a hundir mis espuelas en Yaris y continúo el camino a donde se encuentra la madre de mi hija. Llego y sube. Juntos continuamos el recorrido de regreso a nuestro hogar.

Hoy es otro día. Hable ayer con un veterinario que vendrá a revisar a Ponto por la tarde.
Acabo de realizar una larga caminata que me ha puesto a pensar en muchas cosas, pero esa historia la contare mañana. Saludos.