LA MUERTE.

En medicina me contaron que la muerte es el cese de las funciones vitales del organismo.

Pero no es a la muerte que me refiero en este post, sino al personaje, real o ficticio que encarna al paso de esta vida a la otra.



CARRETERA CIUDAD VICTORIA – MANTE.

Tamaulipas es un estado que en su parte sur presenta una exuberante vegetación, con árboles de cientos de especies. Por lo que sus caminos transcurren entre vastos campos verdes, laderas arboladas, riachuelos, canales, en fin, de muchísima vida.



Uno de esos caminos, es el que conecta las ciudades de Victoria y Mante. La primera es la capital del estado de Tamaulipas, la segunda, es el principal centro azucarero del estado, donde un tío mío trabajaba como ingeniero.

En cierta ocasión, me contó mi madre que iba camino a la ciudad del Mante, junto con su hermana y su esposo. Mi madre era pequeña, de algunos 12 años pero tenía la lucidez suficiente para contarme con detalles este relato que a la vez, les cuento yo ustedes.

Era ya de noche, y despidiéndose de mis abuelos, subió a la combi modelo 70, propiedad de mi tío, en la cual recorrerían el trayecto que los habría de llevar a la ciudad azucarera, donde mi madre estudiaría y ayudaría en las labores del hogar a su hermana, mi tía.

Serian las 11 o 12 de la noche, cuando al ir conduciendo entre los verdosos campos bañados apenas por la luz de la luna y de las débiles luces de la combi de mi tío, vieron algo a lo lejos, más adelante, a mitad de la carretera.

- Miren, allá hay un venado – dijo mi tío.

Mi madre que casi iba dormida, se levanto para ver junto con mis tíos al animal que estaba más adelante.

Estarían más o menos como a 500 metros cuando notaron algo raro, no parecía ser un venado.

Se siguieron acercando y parecía ser… una persona a mitad de la carretera.
Continuaron la marcha, pero reduciendo la velocidad, cuando se dieron cuenta que “la persona” no tenia pies y estaba literalmente flotando sobre la carretera!

Ya más de cerca pudieron ver que era “algo” encapuchado que agachado, les escondía la mirada.



- Pisale mas recio! – grito mi tía.

Mi tío acelero y lo que sea que estaba ahí flotando se hizo a un lado y fue girando su rostro, a fin de evitar hacer contacto visual con mis tios.

Lejos de ahí, llegaron a una gasolinera justo antes de la ciudad del Mante.

Mi tío, a pesar de que dudaba en contar la experiencia por temor a que lo juzgaran de loco, le comunico lo sucedido al encargado de despachar la gasolina.

- Ah sí – le decía el señor de la gasolina – Es la muerte lo que acaban de ver. Es común por estos caminos. Ustedes tuvieron suerte, porque dicen que al que ve directamente a los ojos es que más adelante tendrá un accidente.

Esa fue la primera experiencia que tuvo mi madre con “La muerte”, pero no como el cese de las funciones vitales, sino como la persona “real” que se cree, viene a llevarnos a la otra vida, cuando nuestra presencia ya no es requerida en este mundo.

La siguiente vez que mi madre vio a la muerte, fue en la casa de mi abuelita, donde les conté alguna vez que se escuchaban cadenas y que varias personas habían visto pasar “un bulto blanco”.

Me dice que esa vez iba entrando a su habitación (nosotros vivimos 7 años en casa de mi abuelita) cuando la vio a través de la ventana, con la cara de huesos y una túnica negra.

Será cierto? Será mentira? No lo sé, pero en diferentes etapas de la vida le he preguntado a mi madre sobre estos hechos y nunca cambia la versión, siempre son los mismo datos.

A veces digo que me gustaría tener una de esas experiencias, no importando el temor que me puedan causar, pues quisiera tener la seguridad de que existe ese mundo “paranormal”, que existe esa vida después de la muerte, y no que nuestra vida acaba cuando cesan nuestras funciones vitales. Ustedes que creen?



SALUDOS!